miércoles, 15 de abril de 2009

Al-Maghrib (Marruecos)












Ahora si que la pegue, creo que lo mío era ser musulmán, y no es por ofender a nadie, ni mucho menos una conversión tardía de este caballero, sinceramente nadie le puede dictar a uno como y a quien debe adorar, e inclusive los ateos ponen su fe en el mismo hombre.

Pero bueno, ustedes no están acá por una clase de teología, así que a lo que vinieron. La verdad es que me encanto desoccidentalizarme, aunque fuera solo por una semana. Al principio, cuando me informaron que en Marruecos no es normal el consumo de bebidas alcohólicas a dos días de salir de viaje, casi cambio de destino, pero por dicha ese sentimiento no creció en mí.

Marruecos es increíble, puros contrastes, playas en la costa mediterránea y atlántica, llanuras cultivadas en el atlántico, nieves en el Atlas, desierto en el Sahara, oasis a lo largo del río Draa, comida deliciosa, gente excelente, y café en paleta (se acuerdan que no había cerveza, en realidad el vicio nunca se abandona, como bien lo dice Cerati, los vicios no son del cuerpo).

Me fui con unas amigas del Máster de Latinoamérica, éramos como una selección y la pasamos súper bien. No saben lo que era explicarle a todo el mundo que éramos de Argentina, Colombia, Costa Rica y Guatemala (en orden alfabético, sin ninguna preferencia) y que no eran mis tres esposas, simplemente no les cabe en la cabeza que uno pueda viajar o tener relación con otra gente fuera del matrimonio.

Les cuento que el viaje fue bien matado, así como a mi me gustan, pero esta vez, me hubiera quedado tres meses o más en Marruecos, me encantaría poder vivir ahí una temporada (ya empiezan los planes locos Cata, para que ahorres). Entramos por Ceuta, en el norte, cruzando el estrecho de Gibraltar el sabado, desde ahí pasamos inmediatamente a M´Diq, un pueblo en el mediterráneo, nos quedamos con una familia que nos trato excelente, y desde ahí visitamos Tetouan, Martil y Chefchaouen hasta el lunes.

El lunes dormimos en el bus y despertamos el martes en Marrakech, que es una locura, ciudad turística, pero punto de partida al desierto, salimos el miércoles a las 7.00 am, y llegamos a Zagora a las 7.00 pm, doce horas en la buseta, cruzando el Atlas y pasando del pasto verde a la piedra roja y finalmente la arena amarilla. Dormimos en el desierto con luna llena (ruega a Dios poder volver del desierto, no quiero ver; la luna llena sobre el mar negro –Soda Stereo-), y nos devolvimos a Marrakech el jueves.

El viernes salimos para Essaouira, en la costa. INCREIBLE, algo así como Cádiz, pero hace cien años, una ciudad que tiene miles de años, y todavía parece un mercado medieval, aquí si que me quedo sin palabras (la foto de la habitación es tomada acá). Desde aquí se duerme en una cama por última vez para salir el sábado rumbo a Fez, otra locura de ciudad, pero igual fascínate, montarme en el peor tren del mundo rumbo a Tánger y llegar a Cádiz el lunes en la noche.

Entonces, en resumen, mucho café en la calle, gente excelente, y perdón pero esta vez me extendí demasiado, pero el país se merece estas letras y muchas más. Me despido como se debe, en arabe (o por lo menos como se pronuncia).

Bessalama

OJO: las fotos empiezan con una vista de Ceuta, luego mis amigos con los que empecé el viaje, pasando por un paseo por Martil y el museo de Tetouan. Una foto del grupo en la Kasbash de Chefchaouen, con una vista del Atlas desde Marrakech y una fotica de papichulo en dromedario en el desierto con el atardecer (COMO LE DICEN). Una foto de la habitación de Essaouira y unas ruinas en Fez. Queda una foto con Karina en Fes, ojo Paulita, gafas nuevas. Y finalizó con una foto que no expresa ni la mitad de lo que fue el viaje en tren, ojo, que se ve en esa foto, una adivinaza, para que juguemos todos.